Declaramos que la libertad de expresión, el flujo amplio y tolerante de ideas y el uso libre de los medios y expresiones de la comunicación social y la cultura de todos los ciudadanos es un derecho inalienable que pertenece a todos por igual.

lunes, 27 de febrero de 2012

La reconciliación nacional

ANDRÉS CANDELARIO 
sociólogo cubano, autor de varios libros
sobre el tema de Cuba, residente en PR.

La revolución cubana, a más de 20 años del colapso de la Unión Soviética (su principal apoyo económico), arropada por una de sus mayores crisis en sus 53 años de existencia, sobreviviendo malamente gracias a los petrodólares venezolanos, los turistas canadienses y las remesas familiares desde el exilio; dirigida por un puñado de generales octogenarios, se nos presenta hoy con una gran vulnerabilidad política, sin soluciones reales a corto plazo.

Un factor positivo que se suma a las circunstancias anteriores es el surgimiento de una incipiente sociedad civil: grupos pro derechos humanos, organizaciones de disidentes y opositores políticos, periodistas independientes, agrupaciones gremiales y profesionales, todas ilegales según la Constitución. Después de los intentos frustrados de los 60 por derrotar la tiranía mediante las armas, actualmente, la gran mayoría de las organizaciones de opositores políticos, han rechazado la violencia como medio de lucha contra la dictadura y han comenzado a tomar las calles para expresar sus demandas a viva voz en medio de represiones y encarcelamientos.

Descartada la violencia como estrategia de lucha para desmontar la dictadura e implantar la democracia en el país, la reconciliación nacional se convierte en un escenario indispensable.

Pero, ¿será posible una verdadera reconciliación nacional después de medio siglo de violaciones crasas a los más elementales derechos humanos? El “Archivo Cuba”, una prestigiosa institución dirigida por la investigadora María Werlau, ha documentado, hasta diciembre de 2008, 8,237 víctimas mortales del castrismo, a saber: 5,782 fusilamientos, asesinatos y desapariciones, 515 muertes en prisión por negligencia médica, suicidios y accidentes, más los 13 prisioneros políticos dejados morir en huelga de hambre, como son los casos más recientes de Orlando Zapata Tamayo en febrero de 2010 y Wilman Villar Mendoza en enero de este año.

Los muertos por intento de salidas se calculan en unos 77,000 y los más de 2 millones de exilados, el éxodo político más grande en la historia de América Latina.

A este doloroso panorama humano, hay que añadir los miles de opositores que a lo largo de estas cinco décadas han purgado largos años en cautiverio, en condiciones infrahumanas, sólo por disentir del oficialismo. A esta herencia de maltratos y sufrimientos hay que sumar el odio de clase sistemáticamente sembrado y cultivado desde la escuela y una política cultural que ha censurado el pensamiento y aherrojado la creatividad con aquel dictamen lanzado por Castro a los intelectuales en el 1961: “Dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada”.

¿Habrá espacio todavía para una verdadera reconciliación en el pueblo cubano después de unas experiencias tan dolorosas y devastadoras? Entre varios ejemplos de reconciliación nacional ocurridos en Europa, África, América Latina y el Caribe, España nos ofrece un modelo interesante de reconciliación nacional que, de alguna manera, podría sugerir pistas a los cubanos para nuestro necesario y difícil proceso de reconciliación.

La guerra civil española en sólo 3 años (de 1936 a 1939), dejó 200,000 muertos entre ambos bandos, más de 50,000 ejecuciones de la represión franquista después de terminada la contienda, además de un alto porcentaje de desaparecidos que no constan en registro alguno. Por otro lado, el final de la guerra generó unos 430,000 exilados, mayormente en Francia, en campos de refugiados y en condiciones de hacinamiento. Otros 42,000 se distribuyeron entre Rusia, Argentina, Cuba, México y Chile.

Como es sabido, el cimiento de la transición española hacia la democracia se llamó reconciliación nacional, y esa democracia cuajó en la medida en que ese fundamento fue capaz de demostrar su solidez a lo largo de los obstáculos que el proceso tuvo que superar, incluyendo un intento de golpe de estado en febrero de 1981.

Para asombro del mundo, las élites parlamentarias españolas, acordaron no instrumentalizar el ayer con fines políticos, ni pedir rendiciones de cuenta por el pasado. Entre el 1976 y el 1978 se liberó a los presos políticos, se legalizó el Partido Comunista, se celebraron elecciones auténticas y se instauró una nueva constitución aprobada por referendo.

Librado Linares García, coordinador del Movimiento Cubano de Reflexión, desde la ciudad de Camajuaní, en la provincia de Villa Clara, le presenta a los grupos de opositores pacíficos un valiente proyecto de trabajo: “Únicamente la reconciliación razonada y no justiciera, aseguraría la creación y consolidación de un nuevo proyecto nacional, así también un desempeño del movimiento pro democracia, que se convierta en un verdadero contrapoder al existente, puede asegurar que el actual régimen no siga viviendo en futuros intentos”.

¿Logrará esta voz encontrar el apoyo necesario en las entrañas de un pueblo aplastado por el miedo y la desesperanza? Ya las organizaciones de opositores pacíficos han comenzado a desmontar ese miedo, lanzados a las calles, desde La Habana hasta Santiago, exigiendo la libertad que necesitan los cubanos para construir el futuro que soñamos desde hace medio siglo, en paz y armonía, como cualquier otro pueblo de este mundo, conscientes que sólo se conseguirá completamente con una reconciliación a fondo del país.

Raúl Castro en el cierre de la Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista, celebrada a finales de enero dejó claro que “el sistema socialista es intocable” y puso en manos de la biología, pura y dura, las transformaciones del futuro, en tanto, la cúpula octogenaria, como náufragos del hundimiento comunista, se aferra con las uñas a las tablas del poder.

Mientras, impacientes, las calles del país esperan por la indignación de todo el pueblo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario