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viernes, 15 de junio de 2012

Un regreso tormentoso


Por: Amarilys C. Rey
Amarilis C. Rey: Periodista independiente. 
Reside en Managua, La Habana, Cuba.
amarilisrey@yahoo.com

Camión usado para transportar pasajeros (Foto: Amarilis C. Rey)


Cuba actualidad Managua, La Habana,  (PD) Cómo transportarse de un sitio a otro es una de las calamidades que viven los cubanos.
Pero la cuestión se torna aun más grave para aquellas personas de la tercera edad que deben asistir a turnos médicos en centros asistenciales distantes muchos kilómetros del sitio en que viven.
Tal fue el caso de Manuel, de 75 años, residente de la actual provincia  Mayabeque. Según contó Carlos, uno de sus hijos, su anciano padre tiene varias dolencias. Uno de estos males, es en la próstata, por lo que el médico que lo examinó le indicó una cistoscopia, prueba que debía realizar, previa obtención de turno, en el hospital "Manuel Fajardo" del Vedado, en la capital.

De cómo fue el viaje de ida y regreso a este centro asistencial, nos cuenta Carlos, quien lo calificó de "tormentoso."

"Como esta prueba era en el salón de operaciones, traté de buscar algún contacto dentro del hospital para que todo saliera bien y rápido, pues  si tú no tienes un amigo te mueres. Así fue como resolví el turno para esos mismos días.

Una de las cosas que más me preocupaba era el traslado de mi padre, pues aunque  está fuerte y camina bastante bien, imaginé que después de la prueba estaría adolorido.

Hablé con un taxista para que nos llevara, teníamos que estar temprano y el viaje es largo. Nos cobró 250 pesos. Ni pensar en decirle que nos recogiera para el regreso, pues se duplicaría el costo del viaje.

Pensé que en el hospital nos facilitarían una ambulancia, o en su lugar un taxi que por lo menos nos acercara de regreso a nuestra casa. A veces me da gracia lo iluso que somos. Todavía creemos que algo funciona en este país.

Luego que mi padre entró a su turno para la prueba,  demoró algunas horas en estar de vuelta. El médico me explicó que debía mantener la sonda que le habían puesto en el salón, pues era posible que sangrara. Pero observé que mi padre tenía un pomo en la mano y pregunté el motivo. El médico, con mucha pena, me aclaró que no tienen bolsas colectoras de orina y por eso se le había entregado ese pomo.

Fuimos directo hacia la piquera de los taxis del hospital. La empleada, sin muchos deseos, me explicó que todos estaban de viaje. Nos cansamos de esperar, mi padre se veía mal y una señora que nos estaba observando se acercó a nosotros para decirme que no esperara más, pues los choferes le pagaban a la empleada para que esta les permitiera trabajar libremente sin tener que regresar a la piquera.

Salimos  y buscamos con mucho trabajo una parada de ómnibus. Creo que fue la mano de Dios, pues casi al llegar, paró algo que parecía el transporte de algún centro de trabajo y nos llevó hasta Santiago de las Vegas, un pueblo próximo al nuestro, donde pensé coger un taxi que nos llevará a casa. Pero me equivoqué. Comenzaron a pasar las horas y el único transporte que se podía coger eran los camiones que en esa zona sustituyen a los ómnibus de línea. Me daba lástima y pena con mi padre, montarlo en aquel transporte tan incomodo y más en su estado. Pero él mismo resolvió subirse, desesperado por llegar. Fue muy desagradable vernos en medio de tanta gente, mi padre con aquella goma que salía de entre sus piernas y yo sujetando el pomo donde caía su orina ensangrentada. Pero fue así como conseguimos regresar a casa".

El mal rato que pasaron Manuel y su hijo, no fue una casualidad ni una excepción. La falta de ambulancias y de transporte que ayuden a los pacientes en muchos centros asistenciales es crítica. Como en todos los casos, los sectores más pobres de la población son los más perjudicados y quienes más sufren.

Para Cuba actualidad: amarilisrey@yahoo.com


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