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miércoles, 17 de octubre de 2012

CUBA: APERTURA COSMETICA


Por: Carlos Moris
CIRCUITO ORBITA
Venezuela, octubre 2012. 
carlosmoris@cantv.net



Esperanzas frustradas.
Desde que Raúl Castro sustituyera  provisionalmente a su hermano Fidel Castro el 31 de julio 2006, como Presidente del Consejo de Estado, mucho se ha especulado sobre los posibles cambios  para permitir al pueblo cubano recuperar algunas de sus libertades que le han sido brutalmente arrebatadas, por un régimen violador sistemático de los Derechos Humanos. Posteriormente, el 24 de febrero 2008, la Asamblea Nacional  del Poder Popular le ratificó en el cargo.
Raúl Castro alimentó esas esperanzas cuando  en abril del 2011, durante la realización del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, PCC, fue nombrado Primer Secretario de ese poderoso instrumento político. En esos momentos, en un inusual largo discurso anunció los “cambios necesarios para actualizar el modelo”, reconociendo su fracaso y haciendo fuertes denuncias sobre los graves problemas que golpeaban a los ciudadanos. 
Aunque sus promesas se limitaban al plano económico, muchos analistas pensaron que finalmente podrían producirse también cambios políticos, sobre todo teniendo en cuenta que los principales dirigentes del Consejo de Estado son octogenarios, siendo inevitable su desaparición física. 

Cambiar rápidamente para que todo quede igual.
Transcurridos seis años del mandato de Raúl Castro  son pocos los cambios que se han implementado, sin que por supuesto modifiquen el modelo, y mucho  menos, abran verdaderos espacios de libertad para los ciudadanos.
En ese tiempo se ha permitido la venta de inmuebles y de vehículos, se ha auspiciado sin mucho éxito la constitución de pequeñas empresas, especialmente de servicios, algunas de ellas beneficiarias de créditos blandos, pero muy condicionadas por regulaciones estatales que dificultan su funcionamiento. También se permite con regulaciones, la explotación de tierras para la agricultura y se ha dado una mayor flexibilidad a la comercialización de sus productos en mercados campesinos libres.
Sin embargo de hecho, prevalece la economía clandestina, en el marco de un picarescamente denominado “sociolismo”, que permite un  “rebusque” de sobrevivencia a los ciudadanos
Ninguna de estas medidas a quebrado la dependencia de factores externos. Por una parte, el envío de remesas a una gran cantidad de ciudadanos por  la mayoría de los 1.5  millones de cubanos residentes en el exterior (80 por ciento en USA), complementada por masivas visitas a la Isla, donde además de cubrir sus gastos con dólares, llevan importantes ayudas en ropas, alimentos, artículos de aseo personal y efectos eléctricos a familiares y amigos. Ahora el régimen está imponiendo altos gravámenes para el ingreso de esos artículos.
Por otra parte, y desde la llegada al poder de Hugo Chávez Frías en Venezuela, su gobierno le aporta una sustantiva ayuda con el envío de 100 mil barriles de petróleo diarios en condiciones muy favorables. Gran parte del “pago” es efectuado por el gobierno cubano mediante el envío a Venezuela de miles de médicos, técnicos, entrenadores deportivos y agentes de seguridad, pero cada día aumenta la deuda con el país bolivariano por ese concepto. Se dice que una parte del petróleo enviado por el Presidente Chávez, es revendido por Cuba a precios del mercado internacional para obtener divisas. Además del petróleo, el Gobierno venezolano entrega  cientos de millones de dólares anualmente, por otros conceptos que no son claramente conocidos por los ciudadanos venezolanos.  De todas formas  la economía cubana, padece de una profunda crisis que afecta  duramente las condiciones de vida y trabajo de los ciudadanos.

Un cambio de alcabala.
El gobierno cubano, en “uso de su soberanía”, anunció la eliminación a partir del 14 de enero del próximo año,  del costoso y engorroso permiso de salida del país. La denominada “tarjeta blanca”. Desde ese momento el ciudadano sólo necesitará su pasaporte. Según el anuncio, se modificarán las leyes migratorias “para adecuarlas a las circunstancias presentes y futuras”.
Pero el anuncio trae su coletilla. “El gobierno  cubano mantendrá las necesarias medidas para preservar el capital humano creado por la revolución, frente al robo de talentos que aplican los poderosos”. El régimen califica de “robo de talentos” la  fuga por múltiples y a veces riesgosos medios, que utilizan sus ciudadanos buscando la libertad. En consecuencia y para evitarlas, profesionales, técnicos, deportistas de alto rendimiento y militares, entre otros, necesitarán el permiso de sus directivos.  Obviamente no le serán otorgados esos permisos y por lo tanto, no podrán obtener el pasaporte.  Se ha cambiado de alcabala.

Las alcabalas menos conocidas.
Lo que no ha cambiado son las restricciones  a los cubanos residentes en el exterior para regresar libremente a su país. Solamente han extendido el tiempo de “permiso de permanencia en el exterior” a 24 meses. Ahora es de 11  meses. Después de transcurrido ese tiempo, todos los que quieran regresar necesitan obtener un permiso para visitar por 30 días el lugar donde han nacido. El régimen cubano a quienes han adquirido otra nacionalidad no la reconoce,  exigiéndoles obtener un costoso pasaporte cubano, y realizar los mismos engorrosos y costosos trámites para obtener el permiso de ingreso. Otorgado el permiso en ningún caso, a  quienes radican en el exterior se les permite residir de nuevo en el  país. 
Es común que ciudadanos cubanos después de sufrir ese largo calvario, al llegar a la isla son regresados en el mismo vuelo. Por supuesto, hay “listas negras” de ciudadanos a los cuales no se les permite el ingreso. En general se habla mucho de las dificultades para las salidas, pero muy poco de las alcabalas para entrar.
En concreto, este nuevo anuncio del régimen sobre supuestas libertades para la movilización de sus ciudadanos,  deja oculto su  férreo control sobre ellos.

Los “guiños “al imperialismo.
Posiblemente ese “cambio” del sistema de salida del país, apunte a un esfuerzo engañoso por mejorar la imagen del gobierno en el exterior, especialmente en USA y particularmente en la comunidad cubana residente en ese país. 
Aunque el denominado “bloqueo” impuesto por el gobierno de los Estados Unidos a Cuba, no es realmente el principal motivo del fracaso económico del régimen y le ha servido para mantener  frente a sus ciudadanos y el mundo, una campaña justificativa de sus errores, Raúl Castro ha tratado de abrir espacios para “establecer relaciones normales”.  En la práctica esas relaciones, especialmente en el plano económico se han venido acrecentando. Además de la venta de alimentos por parte de empresarios norteamericanos, desde hace unos meses y por vez primera en casi cincuenta años,  mensualmente un barco procedente de la Florida, llega a Cuba llevando una gran cantidad de productos enviados por residentes en el exterior, consecuencia de las facilidades que ahora otorgan las autoridades norteamericanas. 
El gobierno de Obama, también ha facilitado los viajes a la isla, por parte de sus ciudadanos y residentes, pero tiene sus límites para dar otros pasos. La poderosa comunidad cubana, radicada mayoritariamente en la Florida, ejerce un fuerte lobby políticamente con el apoyo del Partido Republicano. Es el motivo fundamental para que no se haya derogado el poco eficaz bloqueo, pese a las demandas casi unánimes de la comunidad internacional, expresadas reiteradamente en las Naciones Unidas.
Por ello, continúa vigente la prohibición  a sus ciudadanos de realizar inversiones en Cuba.  Por su parte el gobierno cubano rechaza las inversiones que podrían realizar los cubanos residentes en el exterior. Con su normal política de apartheid, considera bienvenidas las inversiones extranjeras, pero  no la de sus ciudadanos.
Probablemente esa ambigua situación se mantenga mientras no se produzca un cambio de conductores en el gobierno cubano y en consecuencia un cambio del sistema. Nada indica que será a corto plazo. Mientras, los octogenarios dirigentes no ceden ningún espacio de poder, produciendo cambios cosméticos tratando de comprar el tiempo necesario, que les permita morir en sus funciones. No importa que después llegue el diluvio.                                       

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