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viernes, 9 de noviembre de 2012

LOS FUNERALES DEL COMANDANTE - Palabras de Patricia Gutiérrez-Menoyo


28 de octubre de 2012 
Palabras de Patricia Gutiérrez-Menoyo 
Cementerio Colón – La Habana 

Gracias a todos por su apoyo en estos días tan difíciles. Algunos recordarán a mi padre como un guerrillero audaz y temerario; quizás otros lo recuerden como un político en conflicto. Los que lo conocimos bien recordamos al hombre sensible, el pacifista, el ser humano respetuoso de todos y de una infinita generosidad y capacidad de olvidar las pugnas o el daño que pudiera venir, incluso de sus adversarios. Eloy era un hombre reflexivo, de una gran capacidad de meditación, de enorme paciencia y un sabio conocedor de la fragilidad de la condición humana.

En nombre de mi familia: mis hijos, Fernando y Manuel; mis hermanos, Carlos Alberto, Alejandro José y Miguel Ángel; su anterior esposa, Gladys Teresa; su actual esposa, Flor; sus hermanas, Mercedes, María Teresa y Sara; sus compañeros de lucha que no son pocos y forman parte de nuestra familia extendida, agradezco todas las muestras de condolencia y apoyo.

Me siento honrada de haber sido su hija. Algunos podrían decir que Menoyo no cumplió su meta; es el gobierno cubano quien no la ha cumplido. Luego de años de reuniones entre Cambio Cubano y el gobierno de este país para encontrar una vía pacífica, con la muerte de Eloy, los líderes de este gobierno se enfrentan al desafío de Cambio Cubano que cada vez se hace más urgente.

A los que en el exilio puedan preguntarse por qué murió aquí, les digo que murió aquí porque era aquí donde él tenía que estar. Murió firme en sus ideas; como un socialdemócrata que de niño vivió la guerra civil española. Luchó por la libre expresión de las ideas, por el desarrollo de una auténtica sociedad civil, por la implementación de estructuras de bienestar social que permitiera a todos los ciudadanos acceder a la riqueza y la plenitud. Luchó desde el primer día de la lucha contra Batista, contra la pena de muerte, el abuso de poder, la explotación del hombre y todo aquello que detiene el desarrollo de los seres humanos. 

Quiero agradecer también a los médicos y al personal donde fue atendido mi padre. Por tradición, en mi familia, se nos enseña a ser agradecidos. Pero en un país donde el Estado es dueño de todo, las autoridades cubanas no podían hacer menos por un héroe de la Revolución. En la lucha por la libertad que llegó en 1959, Eloy Gutiérrez-Menoyo fue uno de los comandantes históricos que dirigió el II Frente Nacional del Escambray. No hacía más que continuar la leyenda viva que encarnó su hermano, mi tío Carlos. Se ha querido borrar parte de esta historia; el gobierno ha querido manipularla a su antojo. La verdad se abrirá paso en el tiempo. 
A partir de haber cumplido el deseo de mi padre de ser cremado, sus cenizas descansarán aquí en el panteón de la familia pero parte de ellas serán esparcidas mañana por la Sierra del Escambray, esa tierra verde y fecunda donde libró algunas de sus legendarias batallas.

Con el último aliento de Eloy puede que muera una oportunidad política que no fue aprovechada debidamente por el gobierno cubano, pero renace también una fe en un mejor futuro para Cuba, desde la reconciliación y el respeto. 

Mi padre era un optimista crónico. Por eso, desearía que precisamente se recordara de él ese optimismo a prueba de cárceles, dolores y agravios; esa fe inmensa y total suya en el destino de Cuba. 

Estoy segura que muchos han amado a Cuba profundamente y posiblemente igual que él; pero nadie amó a esta isla más que mi padre. Prueba de esto; que dio su vida entera.

La última vez que hablé con mi papá por teléfono fue la semana pasada. Pienso que presintió que el desenlace llegaría pronto pues me pidió que añadiera unas palabras al Testamento que meses antes me había dictado. En ese sentido, su muerte sí me sorprendió pues no llegué a incorporarlas al documento original. Procedo a compartirlas con ustedes.

Envío un mensaje de amor a mis hijos y a las futuras generacio- 
nes de Cuba. Saludo a los socialdemócratas del mundo y a las 
fuerzas progresistas de América Latina. Me entrego en cuerpo y 
alma a la idea de la libertad y al compromiso en favor de los menos favorecidos. Lo aprendí de mis hermanos: la solidaridad nunca es en vano”. 

Por Cuba. Por el cambio y por su eterno recuerdo. 
Que en paz descanse. 

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